NO TERMINAMOS DE ANDAR HACIA DELANTE.
Vaya situación, la actual, tras la pandemia que hemos pasado y que tanto dolor nos ha traído, la crisis económica que atravesamos de la que nunca acabamos de salir, la guerra de Ukrania en la que nos vemos en cierto modo metidos por el arrastre que supone la OTAN, el brusco cambio político del gobierno abandonando las justas aspiraciones del pueblo saharaui, la derecha franquista reforzada por la aparición de la ultraderecha nostálgica del peor de los franquismos…
Un lío político que no se deslía porque los políticos profesionales no quieren desliarlo y los votantes les votan una y otra vez para que sigan enmarañando y no nos den soluciones, las que realmente necesitamos. Ello, en cierto modo, nos hace sospechosos y cooperadores necesarios para que todo siga a peor.
Porque, sencillamente, no creemos en nosotros mismos, necesitamos quien haga las cosas por nosotros, quien nos diga lo que tenemos que hacer y votar, que curiosamente siempre es lo que más beneficia al capital y la clase dominante en esta sociedad.
Y nosotros erre que erre. Nos damos de tortazos y no escarmentamos, nos revolcamos en el lodo y nos alimentamos de la miseria que nos dejan, nos conformamos con salarios que apenas cubren lo básico, quienes lo tienen, y pensamos que tenemos una gran “suerte” porque aunque nuestros amigos han perdido el trabajo, hayan agotado el subsidio o el banco les haya robado su modesto hogar..., Nosotros, siempre nosotros, tenemos un trabajo más o menos regular, una hogar que se cae la pintura, con unas puertas que chirrían, con nuestros hijos en escuelas públicas menos dotadas que las privadas de los señoritos y donde los libros ceden ante el catecismo y aún podemos vestirnos en las rebajas, comer y comprar la “marcas blancas” que los grandes superficies comerciales venden para mayor beneficio de sus arcas a reventar de euros. Nos conformamos porque no estamos entre esos dormilones largos de pobres de solemnidad, que “consuelo”…
Ya no hay políticos como antes, ahora hay sedientos de poseer escaños para tocar poder e incrementar sus patrimonios con las peores artes. Ni nos comprometemos como cuando luchábamos contra la dictadura y nuestros sindicatos se vacían cada día de militantes desilusionados y los líderes sindicales incapaces de movilizarnos ante los desafíos del gran capital cada día más abrasivo.
Ya hace tiempo que hemos olvidado que si nadie trabaja por ti, nadie debe decidir por ti. Ya hace tiempo que nos plegamos y nos conformamos con el circo de la mala tv, con un eclecticismo cultural, formalista, pobre y encima con la intromisión de la Iglesia en la vida social. Ya hace tiempo que nos dejamos hacer de todo.
Que inventen otros, que piensen otros, que luchen otros... y así nos va y nos luce... y nos resignamos incapaces de saltar por encima de las piedras del camino que podría conducirnos a una sociedad más justa y solidaria.
Porque haya un puñado ciudadanos que clamen en este desierto por la República, es una buena noticia pero no es motor suficiente para movernos y hacerla realidad. Sin un movimiento ciudadano progresista y un movimiento obrero que renazca de sus cenizas y que converjan nada de ello va ser posible, lo más un sueño bonito con el que soñamos algunos que nos sentimos incómodos con el calamitoso estado de cosas, pero que no sabemos o no queremos organizar el cambio.
Y así una vez más volvemos y giramos entorno a nuestro mayor de los males “que inventen otros, que piensen otros, que luchen otros...”
La República democrática, federal, laica, social no va a venir sola por mucha descomposición y podredumbre del actual sistema político reinante. Sino convergemos los ciudadanos sedientos de libertad y de justicia, los corruptos de ahora se apoderarán de la idea, la pervertirán como todo lo que tocan y nos darán “república” a la francesa, a la italiana o a la norteamericana.
Unidad de los ciudadanos, unidad del movimiento obrero, unidad de y con los que más sufren y otros vientos y otros resultados favorables serán.
La libertad, la fraternidad y la legalidad son posibles ¿pero estamos seriamente por ellas?
Salud y República.