lunes, 21 de octubre de 2019

Un republicano opina


10 de noviembre.

De nuevo y la vista las urnas, por el empeño del PSOE de cerrar la participación de la otra izquierda, la de Unidas Podemos, en el gobierno del estado.
Pero ¿de qué estado hablamos?
¿Estamos en un estado plenamente democrático? La separación de los poderes del estado es conforme a los cánones de la democracia? ¿ Los cargos que gobiernan o deciden o representan a la ciudadanía son electos por el pueblo en su totalidad?
¡No!, seguimos en el régimen de 78. En una monarquía heredada o mejor dispuesta y ordenada por el dictador que estos días, al parecer va a abandonar definitivamente el mausoleo que se auto-construyó explotando la mano de obra que le proporcionaban los prisioneros que hizo tras imponer su dictadura al estado legal de la República Española.
Cierto que la izquierda española que tanto luchó contra la dictadura claudicó o cayó en la trampa que el régimen franquista les ofreció: una semidemocracia amañada en lo político, en lo económico, en los social, en lo cultural... Y hoy seguimos sumergidos en ese paradigma contradictorio y sin solución a corto o medio plazo, porque siguen haciendo suyo un “régimen” que suplanta la legalidad que el dictador ahogó con su guerra fascista.
El capitalismo global, en versión española lo más que nos ofrece es precariedad y salarios miserables que apenas nos permiten subsistir. Con el creciente desempleo y el bajo nivel salarial en general ahogan a la seguridad social y ponen en peligro las pensiones de todos, teniendo en cuenta que a ser las bases reguladoras por donde se recogen los fondos tan bajas, la contribución por parte de los trabajadores al sistema público baja considerablemente. En otros países el sistema publico de la seguridad social, en parte, no está solo a cargo de los trabajadores, sino que el propio estado contribuye al mismo, con lo que gozan de mayor seguridad futura. Lo que no se da aquí.
Por otra parte, los políticos, de la derecha o la izquierda (acomodada) no ponen en solfa al sistema del que viven (de ahí que la reforma laboral contra los trabajadores de Rajoy no la hayan derogado) y les permite una posición privilegiada, a lo más que aspiran son a mínimas reformas, a correr velos sobre las heridas de la desigualdad y la indefensión de los trabajador@s. En definitiva “parcheo” que no soluciona nuestras necesidades sociales. 
En estas circunstancias el voto, según a quien se lo demos, es un camelo o un cheque en blanco para que nos sigan dando por donde amargan los pepinos.
No digo que nos abstengamos, de hacerlo la derecha barre con mayores y desastrosas consecuencias, solo digo que seamos responsables y veamos con criterio crítico a quien votamos, pero sobre todo que luego hagamos un seguimiento y exijamos el cumplimiento de sus promesas electorales.
Votar y luego dejarles hacer, sin movilizarnos y exigirles, es rendirnos y pensar que nada se puede hacer, es lo que más les conviene a los políticos que van de "profesionales" y lo que menos a las clases trabajadoras.
El 28 de noviembre tenemos la palabra. Que no nos la peguen.
Salud y República.

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