La
llamada “transición” no trajo una sociedad donde la
libertad, la fraternidad y la legalidad sean las premisas que
gobiernan nuestras relaciones como ciudadanos de plenos derechos.
No
fue, no supuso, la constitución de un pueblo libre y que se gobierna
así mismo. Cuando nuestro pueblo tuvo libertad eligió
una República Democrática y una Constitución acorde con los
tiempos y las necesidades del momento.
Esta
transición plasmada en esa “constitución monárquica” fue
ese vano empeño en dar cumplimiento al desafuero de la dictadura (la permanencia de una sociedad clasista, explotadora, injusta e insolidaria), adoptando apariencias democrático-liberales que en la
trastienda decidían mano a mano Abril Martorell (en representación
de los “neo-demócratas”) y Alfonso Guerra
(representante de los “enterradores” del socialismo democrático)
y que luego amañaban dándole unos visos de “legalidad jurídica”
una comisión de representantes de todos los partidos que aceptaban
la monarquía, incluido el PCE, antiguo corazón de la resistencia al
franquismo.
Desafortunados
y lamentables papeles de los partidos PSOE y PCE al
dejar solos a la República, a los republicanos y a las instituciones
que en en el exilio representaban la legalidad a la que por
segunda vez se “machacaba”.
Los
republicanos hemos sido, pues, deliberadamente silenciados en
estos 38 años de gobiernos post-franquistas, se nos ha negado el
pan y la sal, se nos ha ocultado a las nuevas generaciones que han
ido pasando por la escuela, hemos sido la “bestia negra”, los
“masones”, los “judíos”, los “anarquistas”, la
“antiespaña”, los “infames perseguidores ” de la “bondadosa”
Iglesia Católica...
Ya
está bien. Ha llegado la hora de agruparnos, de organizarnos, de
darnos a conocer pese a todas las dificultades que nos ponen y
nos irán poniendo en la medida que nuestras propuestas vayan calando
en un pueblo cada día más sediento de justicia, de trabajo, de
libertad, de oportunidades sociales, de cultura...
La
Constitución de la República Democrática de España de 1931, es la
Constitución de hombres libres y soberanos de sus destinos. Es la
Constitución que los Republicanos celebramos y reivindicamos como
nuestra y en vigor, pese a la “suspensión” por la fuerza a la
que la tuvo sometida la dictadura y hoy la tiene la monarquía
dictatorial.
Somos
conscientes que los tiempos y los avatares exigirán, cuando la
recuperemos, las adaptaciones necesarias a los nuevos tiempos y al
marco internacional donde nos encontramos ahora. Adaptación que
supone dejar de dar cabotadas a los injustos dictámenes del
FMI, de la Troica o del BCE. Será una Constitución de un pueblo
libre que hablará, y defenderá los derechos de todos sus pobladores.
Ese será el Proceso Constituyente de la IIIª República. Una
República que garantizará como mínimo:
- Una democracia política donde los ciudadanos controlen a los gobernantes y los puedan deponer cuando no cumplan los mandatos para los que fueron elegidos, articulando la convivencia política a través de un estado republicano y federal.
- Una democracia social donde los que menos tienen tengan garantizados los accesos a la sanidad pública, a la educación, a unas pensiones dignas, a una renta básica...
- Una democracia económica donde la fuerza de trabajo sea tan importante o más que el propio capital, donde se reparta el trabajo y se remunere dignamente a los trabajadores, donde la empresa no sea el dominio exclusivo e imperativo del patrono sino el marco donde se de una relación de iguales y justa, donde la economía social representada por las sociedades laborales y el cooperativismo que irán naciendo como iniciativa de los propios trabajadores encuentren un marco de desarrollo e igualdad con las demás empresas... en definitiva en nuestra República la organización de esos dos mundos el “capital” y la “fuerza de trabajo” encontrarán un marco donde puedan desarrollarse con justicia y equilibrio.
- Una democracia cultural y enciclopédica, libre de la manipulaciones de los ocultistas y catequistas, a la que todos los ciudadanos tengan el debido acceso.
- Una democracia que respete el marco natural del medio ambiente donde vivimos y garantice el futuro de las generaciones que nos seguirán.
- Una democracia por la verdadera igualdad entre los hombres y mujeres y respete el derecho al desarrollo de la persona y de su sexualidad acorde con su naturaleza personal.
- Una democracia por fin real de todos y para todos...
A
recuperar, pues, la Legalidad y contribuir a ese Proceso Constituyente que
la haga posible estamos llamados los ciudadanos que deseamos la
libertad.
Salud
y República.
Salva, como siempre tus artículos son geniales.
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