Llega la fiesta
“religiosa” de la Navidad con sus belenes, sus villancicos, sus
cuentos y sus felicitaciones... Unos cenarán saliéndoles la gula
por las órbitas de los ojos, otros cenaremos como todos los días
con una ligera mejora haciéndonos eco de la parte gastronómica y
comercial de la fiesta y otros cientos de hermanos nuestros apenas
tendrán algo para echarse a la boca... ¿Felices Navidades?
El solsticio de
invierno bautizado por la Iglesia y convertido en una fiesta
religiosa, mítica y que nada tiene que ver con acontecimientos
históricos y nos hace olvidarnos de tantas cosas para hacernos
caer en las fantasías y derroches, para convertirnos en meros
consumidores del gran negocio religioso-comercial.
La Iglesia, siempre
controlándonos, marcando nuestras fiestas y descansos, llenándonos
las cabezas de sus fábulas, reduciéndonos a un estado de alienación
y desmemoria. Los que se enfrascaron en la redacción y puesta en
marcha de la constitución monárquica del 78 nos quieren hacer creer
que es laica, y nada más falso y engañoso. Vivimos entre tantas
infamias que recortan nuestra libertad y derecho a ser...
Otros muchos
ciudadanos, estimulados por los medios de comunicación que especulan
con lo que dirá en su discurso el sucesor del sucesor del dictador
Franco, estarán pendiente de la caja boba... Son los que viven de
sainetes, comedias y zarzuelas.
Así el país se
paraliza ideológica y moralmente, absorbidos o alienados por el
momento pseudo-religioso, solo reducidos al papel de expectantes y
participativos del consumo y de los cuentos... mientras dos millones
de hermanos se ahogan en la desesperación y en la miseria... pero
es “navidad” y todo el mundo , como papagayos, repetimos sin ton
ni son "Felices Navidades".
Pero ¿de verdad
son “Felices Navidades”?
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