La
República como forma de estado es la idea política que se va
abriendo paso día a día entre la ciudadanía de los diferentes
pueblos de España –aunque ciertamente no con la rapidez y
consistencia que deseamos los republicanos- pese a la oposición a
la misma de los partidos del sistema monárquico actual:
El
PP, la derecha heredera del franquismo, y que nos ha llevado a la
peor situación de corrupción polÍtica, de desaste económico y
social de los Últimos 30años.
El
PSOE, históricamente republicano y socialdemócrata y hoy dirigido
por una burocracia pro-monárquica y de rodillas ante el capitalismo,
con su mala gestión en la crisis le regaló el gobierno al PP.
La
UPyD, primer partido de centro derecha surgido para recambio del PP
y hoy en caos técnico y a la desbandada tras el desastre cosechado
en Andalucía.
Los
partidos nacionalistas de la derecha que como siempre juegan a sus
intereses localistas-clientelistas no exentos de demagogia...
Y
los nuevos partidos emergentes de la crisis actual como:
Podemos,
que pone su empeño en manifestarse como que no es ni de izquierdas
ni de derechas (¿?), donde caben “todos” y que ha atraído con
sus propuestas populistas y confusas a muchos ciudadanos hartos de
los políticos que nos han arruinado en todos los sentidos. Su
objetivo es el poder político al precio que sea...
Ciudadanos,
netamente de la derecha xenófoba y neocapitalista, clara jugada
del sistema para relevar al PP si cae más de lo “necesario”,
para salvo-guardar el régimen....
No
obstante hay que reconocer el esfuerzo de IU, en esencia republicana
pero en la práctica víctima de su dirigencia enfrentada entre ellos
por ver quien ocupa el escaso poder que tocan y que no encuentra,
probablemente por sus disensiones internas y contradicciones, la
correspondencia deseada entre el electorado de la izquierda. Así
como la presencia de las honrosas minorías republicanas españolas,
gallegas, euskaldunas, catalanas... que se organizan y aparecen con
nuevas propuestas y renovadas ganas de cambiar el sistema, si logran
la unidad de acción necesaria y un discurso compartido y militante,
quizás otra sería la situación.
Entre
tanto, los “reyes” borbones reminiscencias del sistema feudal
en los inicios del siglo XXI, representantes de una monarquía
anacrónica, pero sobre todo hija de una feroz dictadura, se
suceden. Ellos son, en su papel de encubridores de capitalistas,
banqueros y clérigos, el mayor adversario al progreso que
representaría la República para todos los ciudadanos.
Los
republicanos sabemos que no hay nada más incompatible y opuesto a
los principios de libertad, igualdad, fraternidad y legalidad que la
monarquía, por mucha envoltura y verborrea que se aplique en
hacernos creer lo contrario. Quien no lo quiera ver es que se emboba
con los cuentos de princesas y príncipes, encuentra placer y se
siente realizado en su papel de vasallo, de convidado de piedra o
participa de alguna de sus “simonías” históricas tan propias
de esa institución.
Vasallo
es el papel opuesto al de ciudadano que arranca con la gran
revolución francesa, con el pase de los borbones por la Bastilla, la
guillotina o el exilio. Aquí todavía parecemos anclados en el
pasado, “nuestra” burguesía nacional no tuvo valor para romper
con el viejo orden, renunció al liberalismo en su fase de
emancipación frente al viejo orden, para mezclarse y emparentar con
la aristocracia, para no molestar al Iglesia Católica Romana, la
fiel guardiana de las esencias más reaccionarias y conservadoras que
han ido apareciendo en la historia de la humanidad. Sólo el pueblo
llano y trabajador, con un puñado de intelectuales comprometidos por
el progreso del país, tuvieron el valor de enfrentarse a tanta
ignominia y así vino la Iª República, y la IIª República, ambas
sofocadas por la fuerza bruta de la reacción, de los eternos
conservadores del estatus de la desigualdad.
Hoy
hablamos de República aquéllos que no
nos sentimos representados por este Parlamento viciado desde su
origen, dominado por el tándem bipartidista PP-PSOE, y al que
aspiran a sustituir Podemos y Ciudadanos para que en el fondo nada
estructural cambie. Por eso cuando pensamos y reclamamos La
República, muchos nos sentimos inclinados a pensar en una República
Democrática, Federal, Laica y Progresista, de una democracia
económica real. ¡Estaría de más que reclamáramos una República
aséptica, de libertades meramente formales!
En
la medida que los republicanos consigamos nuestros objetivos
democráticos, económicos, solidarios, culturales, laicos, de
libertad..., Europa dejaría de marearnos, de dominarnos, de
chantajearnos a través de esa invención impersonal que llaman
Banco Central Europeo, Comisión Europea, FMI... que es en definitiva
el poder organizado de los mercaderes sin escrúpulos.
Cuando
los republicanos hablemos entre nosotros, consigamos la unidad de
acción necesaria y nuestras propuestas coincidan con los verdaderos
y genuinos intereses de nuestro pueblo, otro bien distinto será el
cantar. Mientras tanto, ahí tenemos un trabajo grandioso por
culminar.
Salud
y República.
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