martes, 29 de septiembre de 2020




UN REPUBLICANO OPINA.


Si alguien se hace llamar majestad, alteza, duque, conde, eminencia, monseñor, excelencia... y la sociedad lo acepta sin rechistar, como lo más normal del mundo, con sumisión, etc., esta sociedad sigue anclada en un pasado retrogrado o en un pseudo-modernismo conformista de los de "sin chicha ni limoná".
Claramente no es una sociedad de iguales, es de súbditos que renuncian a la igualdad y a la justicia, las cuáles implican la libertad y a la verdadera democracia. ¡La de una mujer o un hombre libres y plenamente iguales!
De mi paso juvenil por ambientes libertarios aprendí que todos los seres somos iguales. Que si nadie trabaja por ti nadie está capacitado a decidir por ti y que la competencia bárbara a la que nos empuja el neo-capitalismo o también conocido como neo-liberalismo, como a sus protagonistas les gusta bautizarse, y extendido por todo el mundo, sobre todo, a partir de los gobiernos de Margaret Thatcher (UK) y Ronald Reagan (USA) lleva a consolidar las divisiones sociales y los egoísmos más antinaturales, que frente al mismo, la cooperación y la solidaridad harían de nosotros, los ciudadanos, el motor de progreso, libertades y bienestar social tan necesarios para lograr la sociedad más justa posible, sin abusadores ni miserias.
¡Salud y República!

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