Ha llovido mucho desde que el mundo estuvo dividido, fundamentalmente en dos bloques: el llamado mundo libre y los países que se reclamaban comunistas.
En los países capitalistas tuvieron un fuerte protagonismo político para gestionar esas sociedades los llamados partidos socialistas que emprendieron “reformas” que suavizaron la explotación , antaño salvaje, del trabajo por cuenta ajena: se reconocieron los sindicatos como instrumento de negociación colectiva y representación de los trabajadores y funcionarios, se extendió la seguridad social, la sanidad pública, el acceso a la educación, el seguro de desempleo y todas cuantas medidas reconocemos con el título genérico de estado de bienestar.
Ese estado de bienestar, cuyas más altas cuotas, adornan a los países nórdicos, era la bandera que hacían ondear a los cuatro vientos ante a los trabajadores para convencerles que el mundo de la “libertad”, así se querían hacer reconocer, garantizaba y lograba mejor los intereses de las clases trabajadoras y de los empleados públicos que los países llamados comunistas. Llegaron incluso a formular teorías sobre la “cogestión”, permitiendo que la representación sindical se sentara en los consejos de administración de algunas grandes empresas ( la verdad es que esto nunca se dio en España y tuvo un paso fugaz y rápido al rincón de la historia allí donde se esbozó). Se dejó de hablar de la lucha de clases, del antagonismo social, se crearon nuevos roles sociales, el capitalismo invadió todos los espacios inimaginables, el consumo y el crédito hipotecario, la abundancia que parecía extenderse sin límites, nos hizo a los trabajadores confundirnos y creer que habíamos logrado una sociedad más justa y con posibilidades para todos frente a los países “sin libertad”.
Los partidos comunistas de Occidente reinventaron nuevas teorías y programas de actuación y adaptación para diferenciarse de los que gobernaban en la otra parte del mundo político dual, al mismo tiempo que las afiliaciones y simpatías se iban perdiendo a una velocidad de crucero: Francia donde el PC era la segunda fuerza política tras la derecha degaullista, o Italia donde eran prácticamente los primeros, o en nuestro país después de haber encabezado la lucha y la resistencia contra la dictadura... Hoy tras la caída del Muro de Berlín y la conversión al capitalismo de todas las economías y sociedades, sólo minorías nostálgicas y comprometidas y pequeños grupos se reclaman de esa ideología que iba a suponer la desaparición de las luchas de clases y las desigualdades e iba a traer una nueva forma de producción y distribución de la riqueza generada entre todos, al mismo tiempo que no mirabamos al mundo de los países subdesarrollados: África, América Latina, Asía... cuya colonización y saqueo de riquezas contribuía a nuestro “bienestar”.
Al fracasar estrepitosamente el “capitalismo monopolista de estado”, que algunos mal llamaron comunismo, “todos” nos hicimos pro-capitalistas... Los gurús del sistema inventaron nuevos conceptos: capitalismo global, libertad total, riquezas al alcance de todos, menos estado y más libertad, ....y el mercado y la bolsa se reafirmaron como los nuevos símbolos sagrados. Pero olvidaron advertir que el capitalismo actual era el mismo que el precedente, sólo que más refinado y cruel, que las crisis son cíclicas y que la acción desenfrenada de los especuladores las pueden hacer más profundas e injustas si cabe ... y hoy sufrimos sus consecuencias.
Los socialdemócratas fascinados por la participación y el compadreo en los foros de decisión : G-8, G-20, Trilateral... y la caída en picado de la militancia de izquierda, la falta de oposición de una izquierda transformadora fuerte, aplican allí donde gobiernan las recetas que bancos y financieros les indican par resolver la crisis en favor de los que más tienen, y si con ello va la desaparición paulatina de ese mundo rosa del bienestar social, pues, mala suerte para los débiles. Mañana, orgullosos del “deber” cumplido, transferiran el poder político a los representantes políticos genuinos del capitalismo cuyo corazón late a la derecha. Aquí paz y allá gloria.
En los países capitalistas tuvieron un fuerte protagonismo político para gestionar esas sociedades los llamados partidos socialistas que emprendieron “reformas” que suavizaron la explotación , antaño salvaje, del trabajo por cuenta ajena: se reconocieron los sindicatos como instrumento de negociación colectiva y representación de los trabajadores y funcionarios, se extendió la seguridad social, la sanidad pública, el acceso a la educación, el seguro de desempleo y todas cuantas medidas reconocemos con el título genérico de estado de bienestar.
Ese estado de bienestar, cuyas más altas cuotas, adornan a los países nórdicos, era la bandera que hacían ondear a los cuatro vientos ante a los trabajadores para convencerles que el mundo de la “libertad”, así se querían hacer reconocer, garantizaba y lograba mejor los intereses de las clases trabajadoras y de los empleados públicos que los países llamados comunistas. Llegaron incluso a formular teorías sobre la “cogestión”, permitiendo que la representación sindical se sentara en los consejos de administración de algunas grandes empresas ( la verdad es que esto nunca se dio en España y tuvo un paso fugaz y rápido al rincón de la historia allí donde se esbozó). Se dejó de hablar de la lucha de clases, del antagonismo social, se crearon nuevos roles sociales, el capitalismo invadió todos los espacios inimaginables, el consumo y el crédito hipotecario, la abundancia que parecía extenderse sin límites, nos hizo a los trabajadores confundirnos y creer que habíamos logrado una sociedad más justa y con posibilidades para todos frente a los países “sin libertad”.
Los partidos comunistas de Occidente reinventaron nuevas teorías y programas de actuación y adaptación para diferenciarse de los que gobernaban en la otra parte del mundo político dual, al mismo tiempo que las afiliaciones y simpatías se iban perdiendo a una velocidad de crucero: Francia donde el PC era la segunda fuerza política tras la derecha degaullista, o Italia donde eran prácticamente los primeros, o en nuestro país después de haber encabezado la lucha y la resistencia contra la dictadura... Hoy tras la caída del Muro de Berlín y la conversión al capitalismo de todas las economías y sociedades, sólo minorías nostálgicas y comprometidas y pequeños grupos se reclaman de esa ideología que iba a suponer la desaparición de las luchas de clases y las desigualdades e iba a traer una nueva forma de producción y distribución de la riqueza generada entre todos, al mismo tiempo que no mirabamos al mundo de los países subdesarrollados: África, América Latina, Asía... cuya colonización y saqueo de riquezas contribuía a nuestro “bienestar”.
Al fracasar estrepitosamente el “capitalismo monopolista de estado”, que algunos mal llamaron comunismo, “todos” nos hicimos pro-capitalistas... Los gurús del sistema inventaron nuevos conceptos: capitalismo global, libertad total, riquezas al alcance de todos, menos estado y más libertad, ....y el mercado y la bolsa se reafirmaron como los nuevos símbolos sagrados. Pero olvidaron advertir que el capitalismo actual era el mismo que el precedente, sólo que más refinado y cruel, que las crisis son cíclicas y que la acción desenfrenada de los especuladores las pueden hacer más profundas e injustas si cabe ... y hoy sufrimos sus consecuencias.
Los socialdemócratas fascinados por la participación y el compadreo en los foros de decisión : G-8, G-20, Trilateral... y la caída en picado de la militancia de izquierda, la falta de oposición de una izquierda transformadora fuerte, aplican allí donde gobiernan las recetas que bancos y financieros les indican par resolver la crisis en favor de los que más tienen, y si con ello va la desaparición paulatina de ese mundo rosa del bienestar social, pues, mala suerte para los débiles. Mañana, orgullosos del “deber” cumplido, transferiran el poder político a los representantes políticos genuinos del capitalismo cuyo corazón late a la derecha. Aquí paz y allá gloria.
En El País de hoy: "González Pons ..., y dice que ni Zapatero ni el PSOE son "el enemigo"
ResponderEliminarMuy buena "reflexión". Qué razón tienes librepensador....todos pensábamos que éramos como los ricos porque nos "daban hipotecas" ¡ja!
ResponderEliminary ahora la caída ha sido durísimaaa...