lunes, 27 de septiembre de 2010

salva opina


29 de septiembre, ¡basta ya!

Nos encontramos a las puertas de la huelga general a la que nos ha empujado un gobierno que en su día nos prometió desarrollar el llamado estado del bienestar social, quizás con la intención de que nos conformáramos con ese reformismo gradualista que supone esa marca política como objetivo estratégico, dado que no pone en peligro la sociedad de clases ni mucho menos la preponderancia del gran capital.
Y los trabajadores de occidente, de aquí, aceptamos ese tipo de sociedad y por ende dimos nuestra confianza política a la socialdemocracia, probablemente porque nos era más cómodo, nos ahorraba militancia revolucionaria y nos hacía creer que participábamos de la riqueza generada entre todos de forma "casi" justa.
En consecuencia bajamos nuestra militancia política traspasando votos y voluntades desde la izquierda revolucionaria a los socialdemócratas con trajes y ropa pija, confiando en los nuevos políticos profesionales que hasta para recoger a su niñita de la guardería se desplazan con coche y chófer oficial, los que tiran sin consideración de la visa oro que entre todos pagamos... Y a la dejación en la lucha política siguió un abandono del sindicalismo de clase, nos fuimos dando de baja o simplemente de cotizar, de asistir a comités y asambleas, de conformarnos a lo más en participar, y no todos, en las elecciones sindicales que programa el ministro de trabajo de turno en consenso con las organizaciones sindicales... Y el sindicato, la organización obrera por antonomasia, nacida para organizar a los trabajadores no sólo para reivindicar y luchar contra las injusticias que se dan en el sistema de producción capitalista todos los días, sino también como la organización democrática que en el futuro coordinaría la gestión y producción en un nuevo sistema social, empezó a convertirse en un partido-bis, de sindicalistas "profesionales" y "liberados" que todo lo hacen, que se sienten legitimados para tomar todas las decisiones que afectan al mundo laboral sin tener que recabar nuestra adhesión y conformidad , dada nuestra voluntaria escasa participación, nuestra retirada masiva, nuestra comodidad...
Y ahí nos encontramos, en medio de una crisis económica, con una tasa de desempleo inadmisible, con un derecho laboral vacío, con unas normas asfixiantes, con una seguridad social pública a la que se le quiere hacer quebrar para dar entrada a un sistema de seguridad privada gestionada por los bancos y la bolsa en la que muchos no podrán acceder...
Esta reflexión no pretende desmovilizar a nadie, al contrario, reafirmar que el 29 de septiembre es una oportunidad para reencontrarnos, para decir ¡basta ya! a las salvajadas de gobiernos y patronales, que queremos tomar nuestras decisiones, sacudirnos de encima tanta dejadez política y en tantas ocasiones sindical. Es, también, una oportunidad para las organizaciones sindicales de clase, para arrinconar y echar burocracias deformadoras, para democratizar y hacer crecer las organizaciones obreras, para retomar la acción sindical... De los trabajadores en activo, de los que perdieron su empleo por la arbitrariedad capitalista, de los funcionarios, de los dependientes, de los jubilados, de los emigrantes desolados... va a depender el resultado.

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