Atrás queda un proceso electoral marcado por el alejamiento de los ciudadanos con respecto al desarrollo, contenido y propuestas que las diferentes fuerzas concurrentes han hecho. Europa no se ve con buenos ojos en general o no nos sentimos tan europeos como el pertenecer desde los años noventa a ese club podría inducir.
Así, los ciudadanos de las Españas no han sentido mayoritariamente la llamada de Europa , y han respondido con indiferencia a todas las propuestas, así lo canta ese 57% largo de abstención.
La Izquierda ha tenido en general una “espectacular” subida dentro de ese 43 por ciento que se han decidido a votar con respecto al pavoneo al que nos tenía acostumbrados los bipartidistas de siempre. Pero claro a parte del espectáculo montado por los medios de comunicación haciendo “brillar” como resultados espectaculares lo que dentro de la modesta participación ciudadana eran resultados indicadores de que algo se está moviendo y trasladarlos “matemáticamente” a marcos tan distintos como las municipales, autonómicas o generales... pues bueno no deja de ser más que cábalas o a lo más llamadas de atención para que los de siempre toquen el pito o la campanita y espabilen porque viene el coco.
La Izquierda “triunfante” no ha ascendido tanto en simpatías, repito que dentro de la modesta participación que se ha tenido, unos u otros nos están mareando en esta semana post electoral. Sus “triunfos” no han sido por las propuestas innovadoras que presentan para transformar la Europa de los mercados en la Europa de los pueblos libres y solidarios. Su “ascenso” recoge el una parte del malestar sembrado por las políticas de la derecha y la pérdida de orientación de los socialdemócratas acomplejados y sin iniciativas frente a la crisis-negocio del gran capital y sus vergonzosas recetas impuestas a nuestro pueblo para seguir aumentando sus cuentas de resultados.
No han ascendido por cuestionar el sistema de aquí y el del más allá de nuestras fronteras. No han subido por ofrecer la construcción de una sociedad de hombres libres e iguales acá y en Europa. Nadie de los ascendentes ha cuestionado la monarquía como la cobertura política del régimen que permite y hace natural este tipo de sociedad de desiguales. Solo han sido gritos contra determinadas actuaciones políticas concretas: la deuda, la carestía, los contenedores-despensa que abastecen a los que se asoman contra sus deseos a la pobreza, contra el despotismo de los bancos... pero no se ha llegado a cuestionar el fondo: la dictadura monárquica que legaliza esta fatal situación que padecemos.
Salud y República.
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