Esta
no es una reflexión de un derrotista, ni mucho menos, sino de
alguien, de un ciudadano republicano, que quiere denunciar los
impedimentos que el sistema impone para que nuestras voces y
nuestras propuestas en favor de recuperar la República no se oigan
en congreso de los diputados.
Al
régimen monárquico nacido con la transición (hablemos claro el
pacto vergonzoso por el que se adoptaba esta arcaica institución
decidida por Franco para sucederle) no le bastó la exclusión de los
republicanos por molestos sin más, negándonos la legalidad,
imponiendo a los los medios de comunicación controlados el
silencio sobre nuestra existencia, sino que además se dotó de
leyes y reglamentos por la que los partidos adversos al régimen no
pudieran acceder a la vida pública.
Así,
La ley electoral vigente impone reunir avales del 1% de la
circunscripción electoral si nos presentamos como una coalición o
federación de partidos. Si lo hiciera cada uno de los partidos
republicanos por su cuenta debería reunir un número de avales del
0,1%
Pongamos
un ejemplo. La provincia de Valencia con un censo electoral de
1.897.294 electores (según datos de 2.008):
Como
federación, frente, alianza electoral... necesitaríamos 18.973
avales
Como
partido la cifra sería de 1.897 avales.
Imaginar
por un momento los números de avales necesarios a nivel del
estado... Una locura. Recoger ese volumen de avales a nivel del
estado es prácticamente imposible con nuestras estructuras todavía
débiles desde el punto organizativo y la escasez de medios
económicos, aunque nos sobra voluntad.
El
gran inconveniente es convencer a esos posibles avalistas, pues, en
este país se han educado generaciones enteras en el odio y el
desinterés por la República. Nos han ocultado en las escuelas, en
la universidad, en los medios de comunicación. Lo más que han hecho
por nosotros es calificarnos de rojos, de antipatriotas, de enemigos
del progreso, de desestabilizadores, de poner en peligro el bienestar
que ellos dicen proteger... Y esto lamentablemente ha calado en la
sociedad. Sumemos a este miedo el pasotismo que penetra a amplias
capas de la población víctimas de los roles capitalistas y de la
sociedad de consumo, además de las influencias nefastas de las
iglesias.
Si
la ley electoral permitiera sencillamente presentar la candidatura y
esta fuera aceptada, como debería de ser, por la junta electoral
habrían posibilidades serias. Pero para impedirlo tienen su ley.
Pocas
posibilidades a corto plazo. Ello no debe desanimarnos, sino
incentivarnos a redoblar esfuerzos, a renovar la militancia
republicana, a romper tabúes, a denunciar la injusta y
discriminatoria ley electoral, a llegar a más gente... pero sobre
todo llegar a los jóvenes. Ellos son el futuro.
Salud
y República.
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