La
república como forma de estado es una idea política que se va
abriendo paso día a día entre la ciudadanía de los diferentes
pueblos de España, pese a la oposición de los partidos del
sistema monárquico actual PP (derecha oriunda del franquismo), PsoE
(históricamente republicano, hoy de centro liberal y monárquico a
rabiar su estructura dirigente), IU (en esencia republicana pero en
la práctica vacilante y acomodaticia), UPyD (segunda marca del PP),
partidos nacionalistas (a lo suyo).
Mientras,
los “reyes” borbones son los genuinos representantes del sistema
feudad en los inicios del siglo XXI, de la monarquía anacrónica,
por demás hija de una de una feroz dictadura. Ellos son, en su papel
de encubridores de capitalistas, banqueros y clérigos, el mayor
adversario al progreso que representaría la República para todos
los ciudadanos. No obstante, hay que reconocer la presencia de las
honrosas minorías republicanas gallegas, euskaldunas, catalanas...
Pero,
lo que más nos duele a los republicanos es el silencio de la
izquierda asentada en el parlamento monárquico-burgués que quiere
darnos a entender que son los “genuinos” propulsores de la
República, sin embargo, curiosamente nunca abren la boca para
defenderla y contraponerla al inoperante sistema político actual tan
adversario de los intereses de los trabajadores y ciudadanos en
general.
Pues,
no hay nada más incompatible y opuesto a los principios de libertad,
igualdad, fraternidad y legalidad que la monarquía, por mucha
envoltura y verborrea que se aplique en hacernos creer lo contrario.
Quien no lo quiera ver es que se emboba con los cuentos de princesas
y príncipes, encuentra placer y se siente realizado en su papel de
vasallo, de convidado de piedra o participa de alguna de sus
“simonías” históricas tan propias de esa institución.
Vasallo
es el papel opuesto al de ciudadano que arranca con la gran
revolución francesa, con el pase de los borbones por la Bastilla y
la guillotina. Aquí todavía parecemos anclados en el pasado,
“nuestra” burguesía nacional no tuvo valor para romper con el
viejo orden, renunció al liberalismo en su fase de emancipación
frente al viejo orden, para mezclarse y emparentar con la
aristocracia, para no molestar al Iglesia Católica Romana, la fiel
guardiana de las esencias más reaccionarias y conservadoras de la
historia. Sólo el pueblo llano y trabajador, con un puñado de
intelectuales desclasados tuvo el valor de enfrentarse a tanta
ignominia y así vino la Iª República, y la IIª República, ambas
sofocadas por la fuerza bruta de la reacción, de los eternos
conservadores del estatus de la desigualdad.
Hoy
sólo hablamos de República aquéllos que no
nos sentimos representados por este Parlamento viciado en su origen,
dominado por el tándem conservador PP-PsoE y comparsas. Por eso
cuando pensamos y reclamamos nuestra República, muchos reaccionamos
y nos sentimos inclinados a pensar en una República federal, laica
y progresista, de una democracia económica real. ¡Estaría de más
que reclamáramos una república aséptica, de libertades meramente
formales!, eso que lo haga quien le corresponda y si renuncian a ello
ese es su posicionamiento y su voluntad, no valen las escusas y
lamentos cuando nosotros consigamos nuestros objetivos
republicanos.
Cuando
lo logremos, Europa dejará de marearnos, de dominarnos, de
chantajearnos a través de esa invención impersonal que llaman
mercados. Será nuestra aportación a la Europa de los Pueblos.
Salud,
memoria y República.
Como siempre muy acertado, la pena es que mucha gente no sea capaz de ver más allá de sus narices y piense que la solución vendrá de la manos de este sistema corrupto.
ResponderEliminarSyR