LA
INMIGRACIÓN, UNA RESPUESTA NO VIOLENTA Y JUSTA
Miles
de personas, de seres humanos, careciendo de todo, incluso menos
que el que menos de nosotros tiene, pues, ni siquiera pueden acceder
a los contenedores de nuestras ciudades europeas, buscan en Europa
lo que no tienen en sus países.
Desesperados,
condenados a la miseria más absoluta, huyen de la falta de futuro
en sus tierras de origen, antaño colonizadas, explotadas,
saqueadas por los “cristianos” y “civilizados” europeos,
también por nosotros los españoles, y que en el proceso de
“descolonización” les abandonamos en manos de tiranos de
nuestra confianza, que aseguraban nuestras posibilidades de seguir
saqueándoles sus recursos naturales, al mismo tiempo que les
aplicábamos las más injustas y desproporcionadas leyes del
comercio a nuestro favor...
No
tienen trabajo, comida, ni posibilidades educativas para sus hijos,
solo miseria y tiranos con ejércitos mercenarios que los someten a
tan miserables e inhumanas condiciones. Solo les queda escapar, huir,
buscar el “paraíso” de Europa y saben muchos de ellos que no
lo lograrán, que muchos morirán en el intento, que los que lo
consigan pasarán muchos años pagando la deuda de la evasión a los
mercaderes de vidas, a las mafias que controlan las salidas y aún
así no les queda otra salida, otra esperanza.
No
vienen a España a quitarnos nada, ni siquiera a quedarse, vienen a
España, a Italia, a nuestras costas mediterráneas para llegar a
Europa, para conseguir un trabajo, pagar la deuda contraída de su
viaje, comer y dar de comer a sus hijos...
Hace
millones de años su ancestros vinieron a lo que hoy es Europa,
deshabitada y la repoblaron y la hicieron habitable y nosotros
somos sus parientes modernos solo que con una carga miserable de
xenofobia porque ellos siguen manteniendo el color de nuestros
ancestros y el paso de los siglos blanquearon nuestras pieles.
Que
gran problema este de la emigración de los desesperados y que
injusta solución les damos nosotros los civilizados parientes
“cristianos”: policías, vallas, detenciones, deportaciones
forzosas, mal trato, desprecio racista...
¿Qué
podemos hacer? Lo que hemos venido aplicando no es la solución,
agranda cada día más el problema y contribuye a la muerte de muchos
de ellos.
Este
es un problema de difícil solución que solo los poderosos que
antaño, los que saquearon y lo siguen haciendo a través de la
colaboración con las autoridades caciquiles de esos países, a
los que les vendemos las armas para que repriman a sus pueblos,
pueden y deben solucionar sentándose a negociar y proceder a
descolonizar con justicia esos países, devolviéndoles lo que les
saquearon pero esta vez mediante infraestructuras productivas y con
un comercio justo que les permita un desarrollo y evite esa
emigración descontrolada y desesperada
Las Naciones Unidas, la Unión Europea, las metrópolis que les colonizaron tienen que reunirse no para dar respuestas desaforadas y abusivas policialmente hablando, que no solucionan y agrandan día a día el problema, sino para moralmente devolverles en parte ese robo de siglos de colonialismo y neocolonialismo. Esa es la manera justa de evitar que miles de desesperados se jueguen la vida todos los días por un pedazo de pan, por un techo, por una camisa, por un libro para sus hijos.
Si
seguimos empeñados en la respuesta policial, rayando en la
barbaridad deshumanizada, por no emplear palabras mayores y que estoy
seguro que todos pensamos, por parte de quienes las deciden y
ordenan, no resolveremos en justicia el problema que en gran parte
nosotros originamos cuando fuimos a robarles sus recursos y luego
les abandonamos a su mala suerte.
Qué
camino más difícil y lleno de trampas y juegos sucios tiene la
justicia cuando se trata de reponer y devolver con justos dividendos
lo que se robó sin piedad a quienes estaban en clara desventaja
frente a nuestros navíos y poderosas armas de guerra y piratería.
Un
mundo internacional más justo y un equilibrio entre el Norte y el
Sur es posible y depende más, mucho más, de los del Norte.
Salud
y Justicia.
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