salva opina

Democracia a la española

Se puede decir, pero sólo con la boca pequeña, que en nuestro país estamos en la democracia política. Ahora bien, hay que matizar las singularidades de nuestra democracia, de ahí lo de la boca pequeña con respecto al verdadero sentido de la democracia política.

Lo primero es que ésta no fue una democracia conquistada, pese a que a lo largo de la dictadura se dieron luchas singulares y notables para traerla. Ésta fue otorgada por los franquistas convertidos de la noche a la mañana en demócratas de toda la vida. Por ejemplo, todo el mundo recuerda al Sr. Suárez como el primer ministro o jefe de gobierno de la democracia y nadie recuerda que el grueso de su carrera política fue al amparo de la dictadura, gobernador, procurador en Cortes, director general de TVE y ministro secretario general del movimiento nacional, o al sr. Martín Villa, actual presidente de Sogecable, antiguo responsable de los sindicatos verticales , levantando la mano y cantando el cara al sol un año antes de la muerte del dictador, o al Sr. Fraga ministro de la desinformación del régimen anterior, y ordenante de secuestros de periódicos, revista y libros, embajador en Londres de Franco, ministro de interior en los primeros gobiernos de la monarquía continuista y titular de la cartera cuando las cinco muertes de Vitoria o las de Monte-jura.... Podría citar a un montón de ´”demócratas” de esta clase, pero sólo he citado a éstos como representativos de aquéllos conversos que pactaron el tránsito de un régimen dictatorial a una monarquía parlamentaria muy aparente, y que los partidos demócratas recién “legalizados” aceptaron por su debilidad y falta de confianza en el pueblo español, todo a cambio de asentar al sucesor de Franco a título de rey y no remover ni pedir responsabilidades a los que tantos atropellos y abusos cometieron a lo largo de cuarenta y tantos años. Hoy, unos y otros nos venden la famosa transición como algo histórico y ejemplar.

Lo segundo es que la palabra democracia, entendiéndola sólo como democracia liberal, consistente en que los ciudadanos acudan a votar a concejales y diputados es engañosa, desde la misma ley electoral que reparte los resultados hasta el ejercicio de poder que realizan los políticos profesionalizados, con sus secuelas de abuso y corrupciones, y que está originando el desencanto, el desapego, el apoliticismo, la indiferencia entre los ciudadanos frente a lo político.

En tercer lugar no se han solucionado las aspiraciones nacionales de los diferentes pueblos que conforman el estado español. Para frenar el federalismo se inventaron las autonomías, aumentando las estructuras administrativas, los cargos, los sueldos millonarios a cargo del presupuesto hasta hacer casi inviable la vida política y económica del país, acercándonos a la bancarrota y a la desconfianza interna e internacional

Por todo ello, la democracia que vivimos es una falsedad, de la que viven los profesionales, hay que ver como se pelean entre ellos para seguir en primera línea, para ocupar los puestos de salida en las listas, aplastando a otros compañeros más idealistas, sirviendo de pararrayos y paraguas del capitalismo explotador, alineándose con el imperialismo y gastando el presupuesto en guerras que ni nos van ni nos vienen, en la que el único beneficiado es el imperialista de siempre.

Y es que la democracia solo será real y servirá a los intereses ciudadanos, al pueblo, si es una democracia social y económica, donde se acoten las diferencias sociales, donde se desarrolle una justicia social y distributiva, donde la competencia y la deslealtad se sustituyan por la cooperación, donde lo público sea sentido con orgullo frente a lo privado, donde la libertad sólo tenga como freno la libertad del otro.