Post 1º de Mayo
Los trabajadores y sus organizaciones sindicales llevamos 150 años desfilando en el 1º día de mayo: jornada de reivindicación y reafirmación de la clase obrera por excelencia, como una parte diferenciada y con intereses propios no siempre coincidentes con su entorno nacional o internacional.
En las épocas de expansión económica que hemos vivido con anterioridad a la actual crisis, hemos visto decrecer su valor reivindicativo, de lucha, de reafirmación de sus propios intereses para convertirse en mera celebración histórico-festiva de un hito de la clase obrera, de los trabajadores, en una fiesta ritual más.
Ahora estamos viviendo y padeciendo una gran crisis económica y cabía esperar una mayor afluencia a esos actos de reivindicación y reafirmación como clase social que se siente explotada e injustamente reconocida y poco gratificada no solo en materia económica sino sobre todo en seguridad laboral y en los derechos históricos conquistados, en gran parte, con el sacrificio de los que nos precedieron, hoy amenazados al escuchar las propuestas que en esa dirección se están escuchando por parte de los representantes más cualificados de la clase capitalista y del gobierno de turno, por contra se observa que disminuye de un forma sorprendente nuestra participación.
Cabe preguntarse qué está pasando. Mi reflexión sobre post 1º de mayo tan poco participativo y movilizador es que se han tomado medidas o se están haciendo propuestas que van todas ellas en disminución del papel que corresponde a los que con su fuerza de trabajo crean la riqueza que el sólo dinero de unos pocos por si solo no la podría crear:
1)Así hemos visto las inmensas cantidades de dinero que el gobierno “ha prestado” a los grandes bancos para la recuperación de sus balances negativos y subsidiariamente contribuir a las ganancias que la práctica de la usura habitual no les permite por las barbaridades puestas en circulación por especuladores sin escrúpulos.
2)Oímos, de forma machacona, a representantes y gestores del sistema capitalista que para salir de la crisis hay que emprender reformas del llamado mercado laboral: la práctica desaparición del contrato laboral indefinido (lo que vulgarmente llamábamos trabajadores fijos), la rebaja de costes sociales a las empresas, la contención salarial a toda costa, abaratar el despido, agilizar o desjudicializar cualquier barrera a la libre voluntad de los empresarios, retrasar la jubilación, acotar el gasto público destinado a mantener el llamado estado de bienestar social en franco retroceso...
3)El propio gobierno recoge tímidamente, pero las recoge y las hace suyas, las propuestas lanzadas en detrimento de los intereses de los trabajadores.
4)Y ¿qué dicen los sindicatos ante la que nos ha caído y la medicina que están aplicando a esta enfermedad transitoria y cíclica del sistema capitalista? Poco o casi nada, además en un lenguaje a veces ininteligible al pretender estar en todas las partes: con empresarios y con gobierno para pactar, y con los trabajadores para no quedarse con el culo al aire. Siento ser tan crudo, me gustaría pensar que los llamados sindicatos de clase están reivindicando y organizando a la clase trabajadora para el justo reconocimiento de sus derechos, pero, no es ésta la sensación ni el aire que se respira: demasiadas transacciones que como consecuencia traen la rebaja de los derechos de sus representados...
5)Probablemente hace falta una reforma a fondo, pero no sobre los derechos de los trabajadores para recortarlos, sino sobre el funcionamiento del capitalismo. Ahí es donde hay que reformar, exigir responsabilidades, cuestionarlo y si no es posible sustituir la mal llamada economía de mercado por una economía social y participativa. Desde la caída del muro de Berlín parece que nos avergonzamos de defender nuestras alternativas al sistema capitalista.
Ante tanta desmovilización los “lideres” sindicales y políticos de la Izquierda deben ser los primeros en reaccionar, reflexionar sobre la vía tomada en los últimos años, rectificar si cabe, ayudarnos a los trabajadores a recuperar nuestro papel social y político, deben ser los primeros convencidos de que otro tipo de sociedad es posible y que no se conseguirá sin la participación destacada de la clase trabajadora. De no hacerlo, o saldrán nuevas estructuras políticas que a ellos los desplacen o se seguirá perpetuando la sociedad de clases, la ignominia y la explotación.
Los trabajadores y sus organizaciones sindicales llevamos 150 años desfilando en el 1º día de mayo: jornada de reivindicación y reafirmación de la clase obrera por excelencia, como una parte diferenciada y con intereses propios no siempre coincidentes con su entorno nacional o internacional.
En las épocas de expansión económica que hemos vivido con anterioridad a la actual crisis, hemos visto decrecer su valor reivindicativo, de lucha, de reafirmación de sus propios intereses para convertirse en mera celebración histórico-festiva de un hito de la clase obrera, de los trabajadores, en una fiesta ritual más.
Ahora estamos viviendo y padeciendo una gran crisis económica y cabía esperar una mayor afluencia a esos actos de reivindicación y reafirmación como clase social que se siente explotada e injustamente reconocida y poco gratificada no solo en materia económica sino sobre todo en seguridad laboral y en los derechos históricos conquistados, en gran parte, con el sacrificio de los que nos precedieron, hoy amenazados al escuchar las propuestas que en esa dirección se están escuchando por parte de los representantes más cualificados de la clase capitalista y del gobierno de turno, por contra se observa que disminuye de un forma sorprendente nuestra participación.
Cabe preguntarse qué está pasando. Mi reflexión sobre post 1º de mayo tan poco participativo y movilizador es que se han tomado medidas o se están haciendo propuestas que van todas ellas en disminución del papel que corresponde a los que con su fuerza de trabajo crean la riqueza que el sólo dinero de unos pocos por si solo no la podría crear:
1)Así hemos visto las inmensas cantidades de dinero que el gobierno “ha prestado” a los grandes bancos para la recuperación de sus balances negativos y subsidiariamente contribuir a las ganancias que la práctica de la usura habitual no les permite por las barbaridades puestas en circulación por especuladores sin escrúpulos.
2)Oímos, de forma machacona, a representantes y gestores del sistema capitalista que para salir de la crisis hay que emprender reformas del llamado mercado laboral: la práctica desaparición del contrato laboral indefinido (lo que vulgarmente llamábamos trabajadores fijos), la rebaja de costes sociales a las empresas, la contención salarial a toda costa, abaratar el despido, agilizar o desjudicializar cualquier barrera a la libre voluntad de los empresarios, retrasar la jubilación, acotar el gasto público destinado a mantener el llamado estado de bienestar social en franco retroceso...
3)El propio gobierno recoge tímidamente, pero las recoge y las hace suyas, las propuestas lanzadas en detrimento de los intereses de los trabajadores.
4)Y ¿qué dicen los sindicatos ante la que nos ha caído y la medicina que están aplicando a esta enfermedad transitoria y cíclica del sistema capitalista? Poco o casi nada, además en un lenguaje a veces ininteligible al pretender estar en todas las partes: con empresarios y con gobierno para pactar, y con los trabajadores para no quedarse con el culo al aire. Siento ser tan crudo, me gustaría pensar que los llamados sindicatos de clase están reivindicando y organizando a la clase trabajadora para el justo reconocimiento de sus derechos, pero, no es ésta la sensación ni el aire que se respira: demasiadas transacciones que como consecuencia traen la rebaja de los derechos de sus representados...
5)Probablemente hace falta una reforma a fondo, pero no sobre los derechos de los trabajadores para recortarlos, sino sobre el funcionamiento del capitalismo. Ahí es donde hay que reformar, exigir responsabilidades, cuestionarlo y si no es posible sustituir la mal llamada economía de mercado por una economía social y participativa. Desde la caída del muro de Berlín parece que nos avergonzamos de defender nuestras alternativas al sistema capitalista.
Ante tanta desmovilización los “lideres” sindicales y políticos de la Izquierda deben ser los primeros en reaccionar, reflexionar sobre la vía tomada en los últimos años, rectificar si cabe, ayudarnos a los trabajadores a recuperar nuestro papel social y político, deben ser los primeros convencidos de que otro tipo de sociedad es posible y que no se conseguirá sin la participación destacada de la clase trabajadora. De no hacerlo, o saldrán nuevas estructuras políticas que a ellos los desplacen o se seguirá perpetuando la sociedad de clases, la ignominia y la explotación.
"Si no fuera por la que está cayendo, parecería
ResponderEliminarun chiste que el Jefe del Gobierno y el Líder de la derecha no hayan
debatido al detalle las alternativas a los 4,6 millones de dramas
humanos que existen en nuestro país".
En Grecia los sindicatos salen a la calle a defenderse de los abusos del sistema corrupto, aquí se pasearon el 1 de Mayo con globos, música y canciones.
ResponderEliminarCreo llegado el momento de apostar por sindicatos con menos aparato y economía reducida, olvidar a los clásicos que se han convertido en empresas gestoras en que ya no cabe la lucha sindical, sino el acuerdo en las mesas de negociación con empresas y gobierno a la espalda de la clase trabajadora.
ResponderEliminarLos aparatos burocráticos suelen cortar las iniciativas y las respuestas que ellos no controlan o que creen pueden perjudical sus "estrategías" de negociación. Sí, hay que ercuperar más acción, autonomía y un discurso diferente y opuesto a los poderosos. La lucha de clases se quiera o no está ahí.
ResponderEliminarDecia Fidel que llegaria un momento donde los simbolos y los lideres importen cada vez menos. porque ellos se endiosan y los currantes nos quedamos solos.
ResponderEliminarSabias palabras de un hombre singular
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