viernes, 28 de diciembre de 2012

salva opina


EL PARLAMENTO Y LA SOBERANÍA NACIONAL

El parlamento, el conjunto de diputados que resultan elegidos bien porque lo votamos, bien porque nos abstenemos y con ello favorecemos a otras opciones que posiblemente no sean de nuestro agrado político y que nunca votaríamos directamente (recuérdese las elecciones gallegas donde la abstención favoreció la mayoría parlamentaria del PP franquista puro), cuando recogen su acta de diputados tienen que prometer o jurar la “constitución” elaborada al inicio de la actual “democracia” y así mismo ofrecer lealtad al rey.
Me pregunto como lo hacen los diputados de la Izquierda en general, me imagino que emplearán la promesa, por eso de "corresponder" más a su condición “ideológica”.
Pero de una forma u otra se convierten en leales defensores del actual sistema político, unos lo harán con “sinceridad” (los franquistas), otros por un “pragmatismo” conveniente para no perder el acta y lo que para algunos es lo más importante una dorada fuente de ingresos dinerarios que en su vida laboral, posiblemente, no lograrían la mayoría de ellos.
Es decir venden su lealtad al sistema por una soldada conveniente y a vivir que la vida son cuatro días. Esa es la clase política que tenemos ..., bueno ciertamente habrán excepciones minoritarias en un lado y en otro.
Pero a mí lo que me importa es el comportamiento de la "izquierda", de los “míos” en teoría.
Primera divergencia que se presenta: si prometen lealtad a esa “constitución” están rechazando la Constitución Republicana en vigor y que fue suspendida por un golpe de estado fascista y una monarquía designada por el dictador.
Segunda divergencia: si prometen lealtad ¿cómo podrían desde la tribuna proclamar su condición de republicanos ? y por ello no lo hacen, con lo que nos encontramos de facto que todos son ¡monárquicos!.
Tercera divergencia: la corrupción política que nos invade todos los rincones de la política nacional y que afecta a todos los políticos en mayor o menor grado. Es verdad que IU se salva con diferencia del resto de partidos, pero también tiene alguna incoherencia que otra. Bildu, Nafarroa Bai y algún otro partido pequeño parecen ser de otra forma, como más honestos.
Cuarta divergencia: nadie cumple los programas que someten al veredicto de las urnas ( fundamentalmente PP, PSOE, CiU....), Una vez instalados en el poder hacen todo los contrario y se toman manga por hombro según sus intereses partidistas y la conveniencia que le marcan los señores a los que sirven (la gran Banca).
Quinta divergencia: Cuando dicen que el parlamento representa la soberanía nacional me entra una carcajada y una gran rabia a la vez. El parlamento solo representa a los que con el mayor número de engaños ha logrado la mayoría. El día que los que no cumplan con su programa o sean chorizos y aprovechados cogidos in fraganti puedan ser depuestos y sustituidos podrá empezar a ser la sede de la soberanía nacional. Pero dudo que esto se resuelva y pueda ser una realidad con la actual “constitución, con el actual sistema político, con la clase política que tenemos en estos momentos.
Podría seguir enumerando divergencias pero no quiero cansar a algún amable lector que dedique unos minutos a estas opiniones del autor del blog salva opina.
Más adelante comentaremos otras muchas más, mientras tanto los republicanos iremos saliendo de las catacumbas a las que nos empujó la represión, nos irá conociendo la ciudadanía y quizás con ello coadyuvemos a la regeneración política necesaria, a la recuperación de una democracia de verdad, al retorno de la legalidad republicana.
Salud, memoria y República.

3 comentarios:

  1. Claro que son leales, los que ahora se proclaman republicanos pero no se atreven a confesarlo en la tribuna de oradores del Congreso, pero para con el sistema, no para con la ciudadanía. Esa izquierda “parlamentaria” sería incoherente con sus propias actuaciones si rompiera con decisión con la institución monárquica y con el podrido sistema que la sostiene. Es más, lo que ahora son, las cuotas de poder que ostentan, los emolumentos que cobran, los privilegios de que gozan, etc… se lo deben al sistema al que contribuyeron a consolidar. Tras la muerte del dictador y hasta la convocatoria de las primeras elecciones en 1.977 hicieron dejación de los más elementales principios y de las referencias que la Historia depositaba ante ellos con infundadas esperanzas. Dejación de principios y traición a lo que la Historia de ellos demandaba, agravado con la puñalada trapera con que obsequiaron a sus aliados naturales de oposición al franquismo. Era la época en que Carrillo afirmaba, en el contexto de aceptación de la institución monárquica, que no iba el PCE a ser un elemento de discordia por el color de una bandera, simpleza que los militantes de su partido no dudaron en divulgar como han divulgado siempre las consignas desde los tiempos de Stalin, a toque de silbato y rechazando la dialéctica del razonamiento. Simpleza que, analizada desde la perspectiva actual, cobra un dramatismo que horroriza: traicionaron y despreciaron lo que significó la República y, con ello, a las víctimas de la represión franquista a la vez que dejaron inmaculado el aparato franquista e inmunes sus crímenes. Por ello, si bien es cierto que todas la vergüenzas que sacuden a los políticos a I.U. le toca menos, no es menos cierto que son responsables (el PCE) ante la ciudadanía de todos los males, que son muchos, que afectan a nuestra aún no nacida democracia (hasta ahora solo ha habido abortos).
    La regeneración de la izquierda desde la disolución de trasnochadas estructuras y desde la humildad democrática que deposite en la ciudadanía el protagonismo en los cambios se nos antoja como tarea urgente. Tal reflexión enlaza con el método apropiado para llegar al estado de cosas que posibilite el asalto final al poder ciudadano. Y en este contexto, siento discrepar por una vez con Salva, dado que pienso que la abstención en procesos electorales, junto a otros factores, puede ser el arma determinante para tal misión histórica. Porque no es cierto que la abstención consolida una opción no deseada si mientras, la opción deseada no puede ser votada. Estamos donde estamos por la perversión del mensaje que nos inclina a pensar que es mejor una izquierda que consolide el sistema y, además, haga el trabajo sucio de la derecha más reaccionaria, que la abstención. Es mediante la autocrítica de la llamada izquierda y mediante el proceso de regeneración ya apuntado cómo la abstención puede dejar de tener sentido. Pero me temo, visto lo visto, que han de pasar muchos mayas finales del Mundo antes de verlo. Salud y República

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  2. Me quedo con una síntesis de los dos. Salud y República.

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  3. ¡ Chapeau! Solo tengo mis reservas en la abstención, por una sencilla razón, la derecha y los ignorantes siempre van a votar con lo que las elecciones las tendrán ganadas siempre los franquistas. Lo que tenemos que hacer los republicanos es presentar candidaturas empezando por los ayuntamientos y dejando claro que si sacamos concejales o diputados no es por la "gracia" de una promesa a esta falsa constitución o al rey impuesto, es por la voluntad popular. ¡Esa debe ser nuestra fuerza! Eso es lo que hemos de hacer valer y no caer en los formalismos burgueses que el sistema ha preparado para que nadie pueda variarlo u orientarlo en otra dirección. Recuperar la legalidad republicana es nuestro reto y solo va a depender de los republicanos. Salud, memoria y República.

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