Febrero el corto corre veloz hacia su meta: dejar paso y alumbrar un nuevo mes, donde los aconteceres se irán reproduciendo para bien o para mal.
Empezado el mes que finiquita se movilizaron los estudiantes, valerosos ellos, contra la ley de educación del ministro Wert (gran promotor no de la educación sino del toreo mas cruel con picadores, banderillas y estoques sobre el noble animal, el toro y todo ello presentado como la “ expresión cultural” más genuina de nuestro pueblo), ley que desarregla más si cabe nuestros resultados en educación, si eramos de la mitad para abajo en el panorama europeo, con esta nueva ley lograremos, sin duda , el deshonroso puesto de la cola, abriendo más las desigualdades entre los jóvenes para acceder a una educación acorde a los tiempos que vivimos, favoreciendo, como no, a los promotores privados y a la Iglesia frente a lo público.
Tambien ha sido el mes del debate de la nación o más bien de la inutilidad del parlamento monárquico para esclarecer los defectos que se producen en la gobernación del país y acotar la penosa lacra de la corrupción. Hemos visto a un presidente mentiroso y locuaz, crecido por la jauría de vítores, aplausos y griterío de sus secuaces políticos y a un “líder” de la oposición convertido en colaborador de este sistema injusto ante su falta de credibilidad y de propuestas que nos lleven a salir del impás estúpido y ruin en que nos hallamos. También vimos a IU poniendo contra las cuerdas al barbas y descalificándolo en materia de encabezar la lucha contra la corrupción, pero echamos a faltar su valor para denunciar desde esa tribuna al sistema y a la monarquía como causas últimas de las penalidades que sufre/sufrimos el pueblo. Demasiado acomodado al sistema burgués, incapaz de denunciar en profundidad, y de presentar la alternativa republicana una vez más.
¡Ay, “febrerico el corto”! La corrupción y el mal gobierno apuntan a que los grandes sufridores, los trabajadores con empleo o sin empleo seguirán empeorando sus condiciones sociales, que las mujeres sin la seguridad de su derecho a la integridad física, a la vida y aun salario igual al hombre siga siendo sueños no alcanzados, que los jóvenes que han terminado su escolaridad o titulación preparen sus maletas para la emigración o la búsqueda desesperada de la oportunidad negada en su tierra, que los viejos sigamos siendo mal tratados como pago a nuestros servicios al país...
Sólo nos deja la satisfacción de ver esas mareas humanas, ayer 23 de febrero, que se han lanzado a las calles de nuestras ciudades para levantar su voz y su protesta ante tan ignominiosa situación.
Salud, memoria y República.
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