NUESTRO CAMINO HACIA LA REPÚBLICA
3.-
LA REPÚBLICA HOY COMO SISTEMA VIABLE Y POSIBLE (3ª PARTE y final del artículo)
Para
conquistar la República se precisa algo más que una crisis
económica, un descontento social generalizado y la frustración de
las ambiciones políticas y sociales de los ciudadanos y grupos
políticos que buscan cambiar el sistema social.
Tiene
que darse una
ideología compatida
(para mi republicana, radical, federal, laica y de izquierdas) que dé cohesión
social al descontento de los ciudadanos y despierte en ellos la
posibilidad de cambiar su situación a mejor en un marco general más
justo y democrático.
Se
precisa, ante todo, la UNIÓN de los más posibles que lleven
en su programa o en su acervo político la República como objetivo
político de organización para un estado democrático.
GENEROSIDAD
para apartar a un lado las diferencias partidarias frente al
objetivo mayor que nos une.
ABIERTOS
sin temores ni reservas para sentarse en una mesa de diálogo con
HONESTIDAD, cara a cara, para poner en un mismo PROGRAMA
los puntos en común a favor y saber aparcar las diferencias que
puedan impedirnos conseguir tan noble objetivo como es la República.
Debemos
hacer proposiciones
que ilusionen
y no asusten, que no provoquen el rechazo de la ciudadanía, que
espera soluciones y no más problemas. Hablamos de un proyecto
de y para todos.
La
alternativa
a la monarquía y al sistema que sufrimos debe satisfacer,
como mínimo, los requisitos de justicia,
eficiencia,
democracia,
federalismo y solidaridad.
La sociedad en marcha legitimará el proyecto. Quedan lejos y
desfasados los proyectos románticos de vencer tomando el Palacio de
Invierno o el Parlamento en una noche por la fuerza. Cada país
tiene su propia vía para encontrarse y construir su proyecto de
convivencia y libertad. Lo más importante es convencer de muestra coherencia política para poder, realmente, vencer.
Entonces caerán los palacios.
La
República tiene que convencer a la ciudadanía como la mejor
de las salidas, tiene para llegar a buen puerto que ser asumida por
la mayoría social, temerosa ante lo desconocido. Avanzar juntos,
despacio unas veces, más rápido otras, pero sin detenernos.
Controlando
los conatos de violencia
que se pueda colar. La violencia como solución es rechazada
por la mayoría social. Solo crea temor y recesión social en la
respuesta. Y dado que los
verdaderamente violentos son quienes está ejerciendo el poder,
pueden aplastar el movimiento por el cambio mediante la represión
directa y el poder judicial. Si la ejerciéramos nosotros, frente a
esa violencia institucional, una vez más, nos espera el fracaso.
Se
irá creando un clima
de esperanza y protesta colectiva,
rehusando todo aquel lenguaje negativo y toda aquella acción
violenta que provoque el rechazo de parte de la población que hace
suyos nuestros planeamientos republicanos.
Se
deben elegir los símbolos
de la lucha,
que deben ser unificadores.
El
movimiento social arranca
en la emotividad.
Las gentes somos, ante todo, emocionales. Nuestro
cerebro es emocional,
en primer lugar. Primero sentimos, luego racionalizamos. El discurso
republicano debe tener sentido enunciando con coherencia la realidad
que nos afecta y como la podemos conquistar.
Debemos
nombrar
al
enemigo,
ponerle rostro
la corona, el gobierno, los partidos del bipartidismo la corrupción,
los banqueros, los especuladores...
Su identificación facilitará la unión de quienes luchamos por el
objetivo republicano.
La
unidad de acción de los republicanos y los demócratas con los
movimientos sociales es absolutamente necesaria. A la reivindicación
social y económica nosotros ponemos la “política” a través de
nuestros emblemas, organización y consignas identitarias.
Si
miramos hacia atrás, durante la II República. D. Manuel Azaña,
representante del partido Izquierda Republicana, un partido
pequeño en militancia si los comparamos con otros como el PSOE o el
partido Radical de Lerroux, dirigió la acción de gobierno durante
el periodo más emprendedor y significativo de la misma. Se basaba
en su coherencia, organización, sentido de estado, capacidad de
liderazgo. Ese es el modelo a seguir, no importa que seamos un
partido “pequeño” de momento si somos grandes en los valores que
representó nuestro antecedente histórico.
Para
conseguir todo esto, la participación de la mujer en nuestra
acción política es decisiva y fundamental, su papel
en nuestra organización pro-República no puede tener límites,
pues, la mujer es el mayor motor para el cambio de mentalidades,
para la ampliación de nuestra cultura política, para vencer lacras
como el machismo criminal que debería haber desaparecido a las
alturas de siglo que estamos
Por
último, los mayores de cincuenta años no
podemos vivir de la nostalgia y buenos recuerdos de las luchas contra
la dictadura y del sostén que hicimos de los ideales republicanos.
Sino que debemos aceptar y propiciar participación de los más
jóvenes, verdadera fuerza de cambio y construcción, idealistas y
constructores de los más elevados
sueños.
Además
y para lograr nuestros objetivos tenemos, que dotarnos
de los medios
de comunicación que contrarresten las mentiras del sistema y de
locales y puntos de reunión desde donde proyectar nuestras ideas y
propuestas, siendo receptivos y considerados con las de otros
demócratas y republicanos.
Participar
en la política activa desde ya es una tarea que no podemos dejar
para más adelante, ahí están las elecciones europeas donde las
dificultades que nos pone el sistema no pueden acobardarnos ni
desanimarnos, si no lo logramos ahora, no decaeremos, vendrán las
municipales o las generales más adelante... Y tendremos concejales y
diputados que harán posibles nuestros planteamientos. No en vano
la II República vino de la mano de unas elecciones municipales y del
ánimo y la emoción de un pueblo harto de la monarquía y lo que
representaba de oprobio y decadencia para la ciudadanía.
Salud
y República
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