domingo, 27 de abril de 2014

salva opina (27/04/14)



NUESTRO CAMINO HACIA LA REPÚBLICA

3.- LA REPÚBLICA HOY COMO SISTEMA VIABLE Y POSIBLE (3ª PARTE y final del artículo)

Para conquistar la República se precisa algo más que una crisis económica, un descontento social generalizado y la frustración de las ambiciones políticas y sociales de los ciudadanos y grupos políticos que buscan cambiar el sistema social.
Tiene que darse una ideología compatida (para mi republicana, radical, federal, laica  y de izquierdas) que dé cohesión social al descontento de los ciudadanos y despierte en ellos la posibilidad de cambiar su situación a mejor en un marco general más justo y democrático.
Se precisa, ante todo, la UNIÓN de los más posibles que lleven en su programa o en su acervo político la República como objetivo político de organización para un estado democrático.
GENEROSIDAD para apartar a un lado las diferencias partidarias frente al objetivo mayor que nos une.
ABIERTOS sin temores ni reservas para sentarse en una mesa de diálogo con HONESTIDAD, cara a cara, para poner en un mismo PROGRAMA los puntos en común a favor y saber aparcar las diferencias que puedan impedirnos conseguir tan noble objetivo como es la República.
Debemos hacer proposiciones que ilusionen y no asusten, que no provoquen el rechazo de la ciudadanía, que espera soluciones y no más problemas. Hablamos de un proyecto de y para todos.
La alternativa a la monarquía y al sistema que sufrimos debe satisfacer, como mínimo, los requisitos de justicia, eficiencia, democracia, federalismo y solidaridad. La sociedad en marcha legitimará el proyecto. Quedan lejos y desfasados los proyectos románticos de vencer tomando el Palacio de Invierno o el Parlamento en una noche por la fuerza. Cada país tiene su propia vía para encontrarse y construir su proyecto de convivencia y libertad. Lo más importante es convencer de muestra coherencia política  para poder, realmente, vencer. Entonces caerán los palacios.
La República tiene que convencer a la ciudadanía como la mejor de las salidas, tiene para llegar a buen puerto que ser asumida por la mayoría social, temerosa ante lo desconocido. Avanzar juntos, despacio unas veces, más rápido otras, pero sin detenernos.
Controlando los conatos de violencia que se pueda colar. La violencia como solución es rechazada por la mayoría social. Solo crea temor y recesión social en la respuesta. Y dado que los verdaderamente violentos son quienes está ejerciendo el poder, pueden aplastar el movimiento por el cambio mediante la represión directa y el poder judicial. Si la ejerciéramos nosotros, frente a esa violencia institucional, una vez más, nos espera el fracaso.
Se irá creando un clima de esperanza y protesta colectiva, rehusando todo aquel lenguaje negativo y toda aquella acción violenta que provoque el rechazo de parte de la población que hace suyos nuestros planeamientos republicanos.
Se deben elegir los símbolos de la lucha, que deben ser unificadores.
El movimiento social arranca en la emotividad. Las gentes somos, ante todo, emocionales. Nuestro cerebro es emocional, en primer lugar. Primero sentimos, luego racionalizamos. El discurso republicano debe tener sentido enunciando con coherencia la realidad que nos afecta y como la podemos conquistar.
Debemos nombrar al enemigo, ponerle rostro la corona, el gobierno, los partidos del bipartidismo la corrupción, los banqueros, los especuladores... Su identificación facilitará la unión de quienes luchamos por el objetivo republicano.
La unidad de acción de los republicanos y los demócratas con los movimientos sociales es absolutamente necesaria. A la reivindicación social y económica nosotros ponemos la “política” a través de nuestros emblemas, organización y consignas identitarias.
Si miramos hacia atrás, durante la II República. D. Manuel Azaña, representante del partido Izquierda Republicana, un partido pequeño en militancia si los comparamos con otros como el PSOE o el partido Radical de Lerroux, dirigió la acción de gobierno durante el periodo más emprendedor y significativo de la misma. Se basaba en su coherencia, organización, sentido de estado, capacidad de liderazgo. Ese es el modelo a seguir, no importa que seamos un partido “pequeño” de momento si somos grandes en los valores que representó nuestro antecedente histórico.
Para conseguir todo esto, la participación de la mujer en nuestra acción política es decisiva y fundamental, su papel en nuestra organización pro-República no puede tener límites, pues, la mujer es el mayor motor para el cambio de mentalidades, para la ampliación de nuestra cultura política, para vencer lacras como el machismo criminal que debería haber desaparecido a las alturas de siglo que estamos
Por último, los mayores de cincuenta años no podemos vivir de la nostalgia y buenos recuerdos de las luchas contra la dictadura y del sostén que hicimos de los ideales republicanos. Sino que debemos aceptar y propiciar participación de los más jóvenes, verdadera fuerza de cambio y construcción, idealistas y constructores de los más elevados sueños.
Además y para lograr nuestros objetivos tenemos, que dotarnos de los medios de comunicación que contrarresten las mentiras del sistema y de locales y puntos de reunión desde donde proyectar nuestras ideas y propuestas, siendo receptivos y considerados con las de otros demócratas y republicanos.
Participar en la política activa desde ya es una tarea que no podemos dejar para más adelante, ahí están las elecciones europeas donde las dificultades que nos pone el sistema no pueden acobardarnos ni desanimarnos, si no lo logramos ahora, no decaeremos, vendrán las municipales o las generales más adelante... Y tendremos concejales y diputados que harán posibles nuestros planteamientos. No en vano la II República vino de la mano de unas elecciones municipales y del ánimo y la emoción de un pueblo harto de la monarquía y lo que representaba de oprobio y decadencia para la ciudadanía.

Salud y República

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