miércoles, 21 de abril de 2010

salva opina


La libertad de llevar un velo o no

Estos días salta a la opinión pública lo que le está sucediendo a la joven Najwa, estudiante, en su Instituto de Pozuelo de Alarcón: se le niega el acceso a las clases por su decisión personal de llevar el velo o hiyab, derivándola a la sala de visitas, apartada de la normal convivencia escolar y en consecuencia privada de su participación en el programa escolar normal al que todo menor tiene derecho.
Bien es verdad, que la actual Ley Orgánica de Educación (LOE, 2006) permite a los centros dotarse de su propio reglamento normativo, y en el caso que nos ocupa, el Consejo escolar del Instituto Camilo José Cela, así lo ha hecho y ante la expectación creada por su aplicación en este caso, se ha ratificado en él mismo, dejando a la joven tres opciones: de persistir en su decisión de llevar el velo al acceder al centro permanecerá apartada en la sala de visita, donde dudo se le pueda garantizar su derecho a la educación, renunciar al mismo y reintegrarse a las clases o cambiar de centro educativo.
Desde este blog siempre me he manifestado contra la intolerancia tanto religiosa como su contraria, pues, en ningún momento comparto la imposición de normas y manifestaciones en este sentido.
Es posible que en la adopción del velo por parte la joven se pueda deber a:
a) Una imposición del ámbito familiar/comunidad musulmana, lo que resultaría no deseable por su carga de sumisión de la mujer.
b) Una consecuencia de su propia creencia personal.
c) Una forma de reivindicar su propia identidad al no sentirse ni de allá ni de aquí, es decir estar en un impás y pendiente de una maduración personal identitaria.
Como no creyente y laicista convencido no veo la gravedad de llevar un velo como consecuencia a lo señalado en los puntos b) y c) y sí creo que la actitud y la rigidez del Centro Educativo dejará huellas negativas en la personalidad de la la muchacha, personalidad que por su juventud está en desarrollo y que tardará en superar.
No veo que un velo sea equiparable al uso de gorras, rosarios y cruces colgadas al cuello, tatuajes grabados con simbología religiosa y otras vestimentas que si afectan al mínimo decoro para asistir a un aula y recibir la formación académica que dotará a esa persona de los criterios necesarios para en el futuro tomar la decisión de llevar o quitarse el velo y adoptar posturas más occidentalizantes si así lo desea.
Quiero pensar en que en ese Instituto no habrá ningún signo religioso, y que la misma rigidez adoptada en este caso será aplicable a todos, sacerdotes, religiosos/as o cualquier visitante o profesor que haga manifestación pública de pertenecer a una religión.

2 comentarios:

  1. Que prohíban a la iglesia católica gestionar la educación... Eso sí tendría sentido.

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  2. ¡Qué lejos estamos de esa buena dirección!.

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